Es triste enterarse cuando un gobierno anuncia el recorte en el presupuesto destinado a la cultura, al arte; a la educación. Y es aún más triste cuando ese gobierno es mexicano, en cualquiera de sus niveles, ya sea municipal, estatal o federal; y no por el simple hecho de que yo sea mexicano, sino en la realidad cotidiana en la que vive México, abrumado por la violencia, la inseguridad, la corrupción y por el abandono cívico. Es triste cuando se sabe, de antemano, que la cultura es parte de una educación primordial y que dicha educación, es la herramienta idónea para combatir los males que acechan al país; como si fuera un cáncer incontrolable.
Actualmente, la educación en México no goza de buena salud. Las reformas a la misma se han visto cortas ante la globalización y competitividad a la que el país se enfrenta; no podemos seguir ocultando el analfabetismo hoy en día. La inmensa juventud que conforma a la nación se encuentra destinada a empleos que no cubren sus necesidades o con escasas oportunidades de laborar en lo que realmente les gustaría. No es de sorprenderse que dichos jóvenes decidan irse por la vía de la delincuencia, un camino que les proporciona dinero fácil a costa del terror que provocan. Y cuando hablo de analfabetismo no me refiero a incapacidad de leer ni escribir, sino a un "analfabetismo funcional", aquél en donde la marginalidad socio-cultural y el aislamiento educativo obligan al individuo a no desempeñar óptimamente una función social, cívica y económica que rebase su mera participación pasiva en la comunidad en la que se relaciona.
Por lo tanto, debemos reconocer que el apoyo a la cultura es fundamental como estrategia para el desarrollo del individuo, y por consecuencia, de la sociedad. Pero no bajo esquemas "populacheros" o mediáticos, no bajo estructuras huecas en contenido fortuito y superficial, o con intenciones partidistas, con programas alejados de las necesidades reales para el bien de la educación, esto haciendo referencia a la participación del gobierno. Sin embargo, cada vez más existe la sincera intensión por parte de círculos ajenos a las esferas oficiales para la creación y mantenimiento de proyectos independientes a lo institucional, proyectos que enriquecen el quehacer cultural; hablando específicamente de nuestra ciudad, Monterrey, la cual sufre el terrorismo a causa de la delincuencia organizada.
Cabe señalar que no hay lugar para los egos, individuales y/o colectivos. Quienes así se perciban lo único que logran es fragmentar, aún más, la situación actual en la que estamos inmersos. Es momento de trabajar juntos por el beneficio de todos y para todos, cada uno en su rubro o con las intenciones y objetivos que se han marcado. Es momento que, a través de una educación sincera, objetiva y natural, en la que participemos en conjunto, despertemos de esta pesadilla que se repite constantemente y que cada vez nos aterra más, al desconocer las herramientas con las que podamos combatirla.
por Eliud Nava.