sábado, 31 de julio de 2010

CIRCUITS IN THE BOX

Julián de la Rosa nos presentó este proyecto donde realiza acercamientos al concepto de "arte"; sin embargo, dejemos que el texto de Eduardo Ramírez nos de un panorama más detallado acerca de esta propuesta:

De la reflexión al acto reflejo

I. Modelo Lego para reflexionar.
Cuando el arte abandonó su anclaje en la capacidad técnica de representar, a través de la producción de objetos, se volvió filosofía. Empezó a ser una reflexión sobre lo que debería ser el arte. Han sido distintos los terrenos en los que esta reflexión se ha dado.
El arte conceptual es resultado de un cambio en el estatuto del productor a mediados del siglo XX. De formarse en la Academia, la educación artística empezó a profesionalizarse y se adhirió a la educación universitaria. Esta formación los proveyó de un aparato teórico y filosófico que pasó a ser el soporte de las piezas. La producción material del arte se transformó en producción intelectual, generando una serie de reflexiones sobre lo que es el arte.
El soporte de la reflexión cambió al darse, paralelo a esta profesionalización de la educación artística, una emergencia de los medios de comunicación.
No sólo los medios se convirtieron en la nueva esfera pública donde se dirimen y digieren absolutamente todos los sucesos que afectan al individuo y a la sociedad, sino que además las universidades se vieron rebasadas por los medios que las relevan en su función educativa. Por si fuera poco, fortalecida por una generación de profesores que crecieron con la televisión, los cómics y la música de rock, en las mismas aulas universitarias los Estudios Culturales recurren a las manifestaciones populares como tema de reflexión (anti)teórica.
Desde el Pop Art una parte de las manifestaciones artísticas se han vuelto una reflexión sobre el arte y la sociedad a través de las herramientas técnicas, estéticas, conceptuales que los medios nos proveen.
El espacio de reflexión sobre el arte ha pasado de la manufactura de la técnica, hacia el ámbito filosófico y teórico, para hoy residir en las imágenes y en el ámbito de los medios de comunicación.

II. Todos somos artistas.
Tras la propuesta de Beuys de que todos somos artistas hay una postura política que busca desmitificar la función social del artista, democratizar la educación artística y equilibrar la imagen social de todos los oficios y profesiones.
El capitalismo cultural, la tecnología como un sistema de consumo y control y la transformación de la juventud en un nicho de mercado, han enfatizado el que todos aspiremos y actuemos como artistas sólo para buscar apuntalar nuestra devaluada autoestima y acrecentar nuestro consumo.
Las cámaras digitales, las redes sociales que casi nos obligan a producir nuevas frases cada minuto y tomar postura de todo evento, nos hacen experimentarnos creadores, eso que se ha llamado prosumer sólo porque ha vuelto el consumo un acto de adhesión a la marca o pertenencia a la red social en turno.
De esta manera ese “todos somos artistas” se ha convertido en un acto epidérmico pues nos equilibra, manteniendo la jerarquía social, al pensar que compartimos ese mito social del artista que la respuesta de la tecnología nos permite.
En el networking tecnológico, la propuesta de todos ser artistas perdió su poder de emancipación.

III. Coda
Estas reflexiones sobre el discurso del arte –mitificaciones o lugares comunes– que se dan en la esfera pública de los medios ¿nos ayudan a desenmascarar su absurdo y, en un acto reflejo, descreer de todos los mitos del arte o sólo contribuyen a poner un ladrillo más de esta torre de marfil donde todos nos sentimos bien porque pensamos ser artistas?

Eduardo Ramírez
Julio de 2010















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